
En mi pueblo la Semana Santa era muy aburrida. Sacaban al Santo Cristo en procesión, todos debíamos estar callados, unos llevaban las velas encendidas otros no llevaban nada, pasábamos por todo el pueblo. Mi abuela hacía unas torrijas que eran un postre, luego nos hacía arroz con leche, bacalao potaje de garbanzos y tortilla de espinacas, todo hecho con mucho cariño y amor.