
El día que llegué a Barcelona, hacia 1940, me quedé atontada al ver tanta gente y tanto coche, la gente corría para todos los lados, yo no entendía nada de lo que pasaba para tanta prisas. Yo que venía de un pueblo tranquilo y bonito, en el que sólo había el coche del médico, carros y caballos. .
Fui a vivir a una casita del barrio antiguo de la Guineueta con mis padre y mis hermanos, no había agua corriente, teníamos un pozo que medía 25 metros de hondo con dos cubos uno subía y el otro bajaba para llenar el lavadero, ya estaba cansada antes de empezar a lavar. ¡Cuánto nos ha cambiado la vida en esta Barcelona para mejora de la mujer y de la familia!